jueves, 20 de septiembre de 2018

Urbanismo de nuevos ricos

Qatar es, a día de hoy, el país con mayor renta per cápita del mundo. El petróleo y, sobre todo el gas, han proporcionado una inmensa fuente de ingresos que los qataríes han sabido administrar bastante bien. El dinero “les sale por las orejas” y eso se nota.



Se nota sobre todo en Doha, una de las ciudades más pujantes del Golfo Pérsico que ha centrado la desvinculación de su economía del petróleo en las finanzas, a diferencia de, por ejemplo, Dubai que se ha centrado en el turismo. 



Y como el dinero les sale por las orejas han construido un centro de negocios espectacular, West Bay, donde cualquier estudiante de arquitectura debería viajar para deleitarse con la colección de modernos rascacielos allí construidos.



Muchos de los arquitectos más ilustres han puesto su firma en algunos de los edificios de Doha.



Aunque los guiños” a la arquitectura local, tal vez no hayan sido afortunados (es una opinión personal, que todo es cuestión de gustos).




Y se han marcado alguna horterada como la construcción de una réplica de Venecia.



Pero nos estamos desviando. Antes del descubrimiento de petróleo en su territorio, Qatar era famoso por la recolección de perlas y por su comercio marítimo. Obtuvo su independencia en de Inglaterra en 1971 y, a partir de los años 80 empezó su despegue económico que les ha llevado a la primera división mundial.



Pero a los nuevos ricos se les nota y, en el caso de Qatar, no podía ser menos. Aparte de las horteradas arquitectónicas mencionadas, donde más “se les ven las costuras” es en la urbanización del centro financiero de Doha, que no acompaña a la modernidad ni a la suntuosidad de sus rascacielos.

En muchas ocasiones, las aceras son ridículas. Y si hay que meter una parada de bus ¿para qué molestarse en hacer una cimentación bajo la acera? Es más barato dejar un mamotreto en medio.



En un país donde el coche más típico es el todoterreno de 100.000 € o más, la solución para que no aparquen en la acera es bestial.



Aunque no siempre funciona. En cuanto se dejan un hueco...



Claro que los residentes en Doha (ya sean Qatarís o inmigrantes) no se caracterizan por respetar las prohibiciones de aparcamiento.



Las entradas de los edificios deben ser llanas, pero ¿quién ha dicho que tienen que conectar de forma accesible con las aceras?


Por si no se aprecia bien en la imagen anterior, aquí vemos que han puesto unos peldaños provisionales para que la gente no se parta la crisma. Ojo que hay que subir o bajar tres peldaños.



En un país donde 8 meses al año se superan los 30 grados (hasta 50 en julio) ¿quién quiere árboles que den sombra?



Aso sí, que se note que es el reino del automóvil. Esta es la entrada al Ministerio de Transportes. ¿Alguien ve la acera para que entren los peatones? No la hay (y es la única entrada para el público).



Mientras tanto, los accesos de los coches a los hoteles se pavimentan con todo lujo, aunque el material no sea el más adecuado para resistir la carga de los coches (ojo a la rotura de baldosas de la parte inferior, y eso que el hotel no lleva un año abierto).



Cruces urbanos con ramales directos de giro para los coches: una pesadilla para los peatones.


En fin, quedan muchas cosas por hacer para que el urbanismo de Doha (las calles) se acerque al nivel de sus edificios.

NOTA FINAL

Qatar es un país de enormes desigualdades. Los qatarís, que constituyen solamente el 20% de la población, por el hecho de serlo, a partir de los 18 años reciben una renta mensual de unos 4.000 €. Por no hacer nada. Además, coche de 100.000 € gratis y, cuando se casan, casa gratis. Si les da por trabajar, sus sueldos empiezan en unos 20.000 € al mes.

Entre los inmigrantes (el 80% de la población) se pueden distinguir dos grandes grupos. Por un lado, los técnicos cualificados, normalmente provenientes de países desarrollados y de otros países del golfo Pérsico. En general con muy buenos sueldos comparados con Europa, pero sin llegar al nivel de los qatarís. Por otro, el personal no cualificad, provenientes principalmente de Asia y África. Con sueldo de miseria, entre 200 y 600 € al mes.