El gran Rosendo Mercado hizo una canción al respecto en 1986.
Hoy, afortunadamente, esas prácticas son cosa del pasado, gracias a la labor de ayuntamientos y diputaciones que, de forma generalizada, han dispuesto de contenedores de basura para hacer esta tarea más higiénica.
Pero los contenedores no dejan de ser unos enormes tratos a los que hay que buscar sitio en la vía pública y, en ocasiones, los responsables municipales no andan del todo acertados a la hora de ubicarlos en la calle. Y cuando la pifian, normalmente lo hacen fastidiando al peatón.
El primer ejemplo es de Dúrcal, una localidad de Granada. ¿Para qué eliminar plazas de aparcamiento si podemos entorpecer un paso de peatones?
Foto: Reyes
Un caso similar encontramos en Manzanares (Ciudad Real) donde los iglús de envases y vidrio se han colocado frente al rebaje de la acera.
Los contenedores pueden ser también un arma para combatir la movilidad ciclista
O para disuadir a los usuarios del transporte público, como en el siguiente caso traído desde Buenos Aires, donde los contenedores comparten espacio con parada de autobús.
Foto: Matías Aimar
Para terminar, comentaremos que para minimizar el impacto de los contenedores, algunos ayuntamientos ha implantado contenedores subterráneos, en los que en superficie sólo queda una pequeña boca para depositar las bolsas. Es una solución efectiva que reduce la ocupación en superficie y mejora la imagen urbana, aunque es mucho más cara. Por eso el caso que cierra esta entrada resulta más chocante. Se encuentra en San Roque, en el Camino del Almendral: gástese usted una pasta para mejorar las condiciones ambientales de la recogida de basura pero no se olvide de entorpecer la accesibilidad peatonal. Claro, lo de eliminar una plaza de aparcamiento hubiese sido poco menos que un sacrilegio ¿verdad?
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