Empezamos con un ejemplo que se repite con más frecuencia de la deseada: la colocación de contenedores en la acera sin importar el espacio que se deja al peatón. El primer ejemplo está tomado en Valencia, el segundo en Mérida. Sobra cualquier comentario.


Otro caso frecuente es la colocación de farolas y señales sobre aceras ya de por sí estrechas, aderezada, a veces, con papeleras, convirtiendo el itinerario en una especie de gincana. El ejemplo está tomado en la calle Seseña, en el madrileño barrio de Aluche.

Luego están los que se piensas que parte de la calle es suya, cual Ministro de Gobernación, y no dudan en delimitar su pequeña parcela de acera. La foto está tomada en el municipio pontevedrés de Ribadumia.

Foto: Milagros Abal
Y para terminar un auténtico "¡vamos, no me jodas!" localizado en Melilla. Perdón por la expresión pero es que parece de traca. Normalmente, los bolardos se colocan para proteger el espacio peatonal evitando que los coches invadan la acera, pero en este caso lo que consiguen es cercenar claramente la sección peatonal. ¿Era tan difícil colocar los bolardos pegados al bordillo?

Foto: blog elalminardemelilla
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