Y lo más alucinante es que, viendo el fondo de las fotografías, parece haber vendido su ocurrencia en más de una ciudad.
Empezamos, suave, con un diseño que bien parece la obra de un carpintero borracho.

Pero la cosa se complica

En este, al menos, se pueden sentar dos personas, eso sí, sin posibilidad de arrumacos.

Este, en cambio, es propicio para arrimarse a la pareja.

Y en este, alguno se empeña en tirar por tierra el trabajo del artista aprovechando el banco como buenamente puede.

Otro empeñado en sacar utilidad a lo inútil.

Los niños son capaces de sacar partido a cualquier cosa y lo utilizan como una especie de tobogán.

O para jugar al "rey de la montaña".

Ahora un banco en versión derretida

Y terminamos dándole la vuelta al tema. ¿Se habrá percatado el artista que en este sí se puede sentar la gente?

Lo peor no es el diseño, ¡¡¡lo peor es que hay quien los compra!!!
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