Ya decía Heráclito (siglos V a.c.) que el universo es un continuo devenir, que este devenir está animado por el conflicto (polemos) y que, precisamente, el conflicto es el padre de todas las cosas.
Parece ser que algunos responsables de señalización han tomado esta máxima presocrática a la hora plantear las indicaciones que han de regular las acciones de los conductores y, mucho me temo, que el conflicto será padre de un accidente. Veamos algunos ejemplos.
Empezamos con un ejemplo de la localidad de Camariñas (Coruña).
Foto: Toni Silva
El reglamento de circulación dice que, ante la incongruencia de las indicaciones, predominan las señales verticales sobre las marcas viales pero, en cualquier caso, parece que alguien no ha hecho bien su trabajo.
Vamos con señales del mismo rango: dos marcas viales un tanto desorientadas.
O dos señales verticales. Esta es peor porque, hagas lo que hagas, si hay un policía, te cae una multa fijo.
A veces no hacen falta 2 señales para crear confusión.
Pero lo normal es que la combinación de dos indicaciones nos hagan la picha un lío.
¿Qué haríamos en este semáforo?
En ocasiones, las señales no son contradictorias, pero se dan de cara con la lógica más elemental.
Cualquiera pensaría que sólo quieren tocar las narices.
No pensemos que los seguidores de Heráclito en el tema de señales limitan a España. También los hay en Francia.
En Portugal.
En Australia.
O en EEUU
Y no me resisto a terminar con un chacarrillo que ya incluí en otra entrada hace tiempo, localizado en un pueblo de la provincia de Ávila situado a 19 km de la capital abulense.
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