La expresión "vivir debajo de un puente" se asocia, normalmente, a la precariedad más absoluta. A continuación presentamos algunos casos en los que, sin llegar a estos límites de pobreza, pueden hacer que nos cuestionemos si debajo de los puentes cabe algo más que un río, una carretera o un ferrocarril.
Empezamos en Buenos Aires, donde la infravivienda (las "chabolas" de toda la vida, pero dicho en plan fino) ha visto en las autopistas elevadas una oportunidad para ahorrarse el tejado de urailta.
a veces, cuando la autopista discurre a mucha altura, lo de ahorrarse el tejado no funciona. Otro ejemplo de Buenos Aires.
Alguno pensará que, claro, el chabolismo constituye un fenómeno urbanístico desordenado, ajeno a cualquier planificación, y que por eso pasan estas cosas. Pues sin salir de Buenos Aires, aquí tenemos un edificio de oficinas que parece regularizar o santificar el aprovechamiento de los espacios bajo las autopistas. Proyecto muy alejado de las chabolas anteriores que incluye hasta la urbanización (aceras, farolas) de su entrono inmediato.
Pero no sólo los argentinos son aficionados a vivir debajo de un puente pero con cocina, baño y dos habitaciones. Los chinos también son entusiastas de construir bajo las autopistas. Por ejemplo, en Hong Kong.
En Taiyuan
O en Chongqing
A los japoneses no les gustan que les confundan con los chinos, pero ellos también muestran simpatías a construir debajo de los puentes de autopista. Aquí un ejemplo de Tokio.
Y no todo es vivienda barata o chabolas. Hay quien tiene verdaderas mansiones debajo del puente.
Algunos, hasta con jardín y todo.
Los británicos parecen ser más partidarios de ubicar bares bajo los puentes de ferrocarril o de carreteras. Es el caso del pub Fever bajo el Tyne Bridge, en Newcatle. El puente data de 1928. No sabemos la fecha de inauguración del pub.
Otro ejemplo en Glasgow, esta vez bajo el ferrocarril. Han sacado espacio hasta para una pequeña terraza.
Claro, que un bar siempre es bienvenido, aunque sea debajo de un puente. Y parece que esta moda no decae, como demuestra este moderno centro culinario La Morera, en Ciudad de México.
¿No dan ganas de pedir unas cervezas y unas tapas?
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